JAMES TURRELL. SECOND WIND 2005, 2009.

La importancia histórica de la obra de Turrell reside en su habilidad para profundizar en el modo en que se vive la luz, así como en su capacidad para aislar estos aspectos y presentarlos al espectador a través de cada obra. Más que transmitirle lo que él ha descubierto, pretende que sea el espectador quien lo descubra con su propia experiencia. A través de sus obras el artista ofrece la posibilidad de comprender los diferentes aspectos de la luz, de la energía solar y del comportamiento de la retina ante los cambios de luz.

El artista se describe a sí mismo como escultor de la luz, de la que ha aislado ciertos aspectos, creando con ello un arte sin objeto que parece estar hecho de luz sólida. Los resultados son del todo subjetivos y dependen enteramente de la experiencia individual que pueda vivir cada visitante con la obra. Resulta extraordinario en la obra de Turrell el hecho de que deje que sea el visitante quien decida donde colocarse en el espacio que le rodea. No hay imagen, no hay ningún punto en concreto hacia donde mirar.

La obra más importante de Turrell es el Proyecto del Roden Crater ubicado en Arizona, el volcán extinguido que, desde hace tres décadas, está transformando en laboratorio. Paralelamente a este proyecto, Turrell también ha trabajado en otros proyectos arquitectónicos como es el caso de la obra diseñada para la fundación NMAC, Second Wind 2005, una obra de gran complejidad que forma parte de la serie de espacios para la luz conocidos como Sky Spaces (espacios para el cielo) muchos de los cuales surgen a raíz de los estudios realizados en el Roden Crater. Second Wind 2005 es una obra ubicada bajo el nivel de la tierra, por lo tanto invisible desde el exterior,  en la que el espectador a través de un túnel entra dentro de una pirámide en la que están presentes todos los tres elementos; tierra, agua y aire. En el interior de la pirámide se encuentra una stupa de piedra rodeada de una piscina de agua. Las Stupas son cúpulas redondas dentro de la arquitectura budista, las cuales a través de su forma y posición, producen el efecto de acercar al espectador al cosmos. El acceso a la stupa a través de un pasadizo desemboca en un cuarto de luz abierto al cielo donde el visitante puede sentarse a contemplar los cambios de luz y la ambivalencia respecto a los limites de a percepción en el que uno se encuentra en la dificultad de saber dónde acababa la luz y empieza la estructura. En este al igual que en la mayoría de sus proyectos, la luz no sólo tiene textura, sino que adquiere sustancia y posición.

“En primer lugar, no me ocupo de ningún objeto. El objeto es la percepción misma. En segundo lugar, no me ocupo de ninguna imagen, porque quiero evitar el pensamiento simbólico asociativo. En tercer lugar, tampoco me ocupo de ningún objetivo ni de ningún punto en especial donde mirar. Sin objeto, sin imagen y sin objetivo, ¿qué es lo que miras? Te miras a ti mirando».

Sky´s spaces